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18.2.17

Stand by Me

Un día se acercó de nuevo al bosque del cual había despertado semanas atrás. Tenía una bolsa con una estrella rota, también un cuaderno y un par de regalos. Todos menos la estrella estaban cuidadosamente envueltos en una tela de color rosa pastel.

Paseó dando largas zancadas, tarareando algo triste. Pasó las manos por los troncos y las ramas bajas de los árboles. Recogió una flor que le había gustado y la guardó en el bolso.

Buscaba un lugar perfecto. Un lugar donde guardar recuerdos, donde viajar al pasado. Después de largas horas, el sol empezó a ponerse, y un árbol que no sabía distinguir qué era, empezó a emitir luz dorada por los reflejos de sus hojas. Allí sería un buen lugar, decidió.

Se acercó a la base, y cavó un agujero no mas hondo que unos treinta y cinco centímetros. Sacó los objetos que estaban envueltos en la tela rosa. Regalos de la misma persona. El más especial: el cuaderno.

Era un cuaderno forrado a mano, con dibujos y relieves, y un lazo que hacía de punto de libro. Estaba lleno de frases y dibujos, de sueños y de amor, de ideas y también de cierta nostalgia y tristeza. Lo abrazó sin mirar las páginas. Los otros dos regalos los puso junto al cuaderno y los volvió a envolver. Era hora de dejar todo aquello guardado, de que estuvieran en un lugar seguro. Había momentos felices, recuerdos que jamás compartiría con nadie más. Y sabía muy bien que eso era una despedida.

Los enterró allí, bajo el árbol más bonito del bosque del lago. Las lágrimas eran imparables. Se preguntó de nuevo si había querido demasiado. Nunca halló la verdadera respuesta, solo supo que era hora de decir adiós.

- Aunque ahora os guarde aquí, donde hubo momentos tristes hubo grandes momentos felices. Dónde mi corazón se sintió mal, hubo consuelo y amor. Aunque todo el mundo crea que solo vi lo malo, vi también algo más que merecía la pena. Pero simplemente a veces somos incompatibles, a veces hay que cambiar con el tiempo...cuando se pierde la confianza, ya no hay nada.

Y no lo había, pero ella siempre quiso, y nunca supo si el cariño que sentía era egoísta. A pesar de todo, hubo cariño, y de eso no se arrepentía. Sacó de nuevo la estrella, que parecía apagada por ahora, como si fuera de luto, en tonos desaturados.

- Puede que algún día os desentierre y las cosas sean diferentes. Mientras tanto, estaréis a salvo, en un lugar especial aquí, y todos aquellos momentos inmateriales, se quedarán conmigo para hacerme fuerte.

La estrella se resquebrajó, una nueva línea imperfecta cruzaba su superfície. Una cicatriz más que habría que curar.

- No hubo mentiras, solo hubo malos momentos y discusiones que fomentaron esto. Expectativas perdidas. Hiciste mucho por mí, y siempre te lo agradeceré.

Guardó de nuevo la estrella, y se secó con una manga lás lágrimas que se escapaban al suelo removido donde su tesoro estaba ahora a buen recaudo.

- Siempre fuiste especial para mí, esa es la única verdad inmutable. 

Con pasos firmes y piernas temblorosas, se marchó, cuando ya la puesta del sol derramaba sus colores anaranjados y rojizos sobre aquel bosque y una canción volvió a ser tarareada.

When the night has come
And the land is dark
And the moon is the only light we see
No I won't be afraid
No I won't be afraid
Just as long as you stand, stand by me
And darling, darling stand by me
Oh, now, now, stand by me
Stand by me, stand by me
If the sky that we look upon
Should tumble and fall
And the mountain should crumble to the sea
I won't cry, I won't cry
No I won't shed a tear
Just as long as you stand, stand by me
And darling, darling stand by me
Oh, stand by me
Stand by

11.2.17

Querer demasiado.



Cuando abrió los ojos, se encontró con una estrella en su pecho. Cabía entre sus dos manos, era de cinco puntas y estaba resquebrajada por varios lugares, casi apunto de romperse. Brillaba tenuemente con un color ámbar cálido. A veces su luz parpadeaba, apagándose durante largos segundos en los que parecía que no iba a volver. Era suave, no pesaba más que unos cientos de gramos, parecía frágil, pero era del material del que están hechas las estrellas: de sueños y esperanzas.

Estaba empapada, recostada sobre el agua fría del lago que apenas se alzaba hasta los tobillos. Había corrido detrás de una estrella, de la que brillaba en el cielo por ella, de aquella que vislumbró que estaba por convertirse en una estrella fugaz y desaparecer del oscuro infinito del cielo. 
Se había recostado sobre sus codos para incorporarse y sentarse con las piernas extendidas, mojándose aún, el pelo era una maraña mojada del que escapaban gotitas de agua. La estrella que ahora sujetaba en sus manos, había caído en su pecho mientras ella hacía lo posible por llegar a su encuentro y recogerla antes de que desapareciese. Un impacto al que había sobrevivido. Su estrella estaba rota, destrozada, con las puntas apunto de desprenderse de las demás, con una herida que indicaba que no podría volver a brillar con fuerza. Estaba allí, una superviviente.
La abrazó con fuerza contra su pecho, lloró como nunca lo había hecho. No recordaba haberse convertido en una cría... pero siempre había sido una llorona, una llorona que ahora volvía a ser una niña pequeña que pataleaba, gritaba, huía, y se sentía sola.

***

Dio largos paseos. Un día se acercó al mar, se sentó en un saliente que había en la costa junto a las rocas. Descubrió una colonia de gatos que vivían entre los huecos de la zona rocosa. Los observó durante un largo tiempo. Escuchó el mar, vio el atardecer, volvió a caminar. Durante muchos días aquello se convirtió en una rutina.

Se acercó de nuevo otro día, y después de muchas horas en silencio, alguien alzó la voz para preguntar:

- ¿Qué haces aquí?

- Nada, solo estoy pensando.

- ¿Y en qué piensas?

- En mí, en quién quiero, en quiénes piensa en mí. En qué hice mal.
.
- ¿Y qué has hecho?

- No lo sé. Querer a alguien.

- Entonces debías querer mucho.

- A veces querer a alguien puede ser díficil; me digo: ¿Por qué no puedo odiar?

- Porque tienes mucho para dar, porque quieres mucho.

- Ahora entiendo la expresión...

- ¿Cual?

- "Te quiero". Quizá quería mucho, quizá era que pedía mucho. Quizá quise demasiado. La pregunta es, ¿quise demasiado o amé demasiado? Quizá las dos cosas.

- Me he perdido.

- Yo también... porque quiero demasiado.

- ¿Quieres demasiado? ¿Qué quieres?

- Quiero a alguien mucho. Quiero quererme a mí misma. Quiero que todo esté bien. Quiero que confíen en mí, quiero que me quieran...

- ¿Tienes una estrella?

- Está rota.

Y se la mostró, sacándola de un bolsito que colgaba en su costado.

- Está rota.

- Eso he dicho.

- Aquí falta un trozo. ¿A quién se lo has dado?

- Se lo dí a alguien que se lo llevó.

- ¿Por qué?

Agachó la cabeza, miró la estrella con su tenue luz en el atardecer, la volvió a esconder.

- Porque quiero mucho. Y como quiero mucho, di una parte de mí.

- Querrás decir que amas mucho.

- O que quiero demasiado. Nunca lo sabré.

Se sentó a su lado en silencio, y pasó toda aquella tarde a su lado, después se tuvo que marchar. Y ella volvió a escuchar las olas del mar y a mirar a los felinos que entre rocas vivían esperando un nuevo amanecer.